La
psicología de la superación ante las adversidades
Por psicóloga Paola Cruz Correa

Hoy en día es común encontrar opiniones referentes a cómo el mundo se
está transformando lentamente en un lugar hostil. Los adultos, en especial
aquellos que se acercan a la tercera edad y los abuelos, mencionan que los
eventos que se reportan en televisión, antes no se veían, afirman que la gente
“está loca” y que este mundo va de mal en peor. Puede que esto en realidad sea
un efecto de la cada vez mayor mediatización
a la que nos vemos expuestos, en donde los medios de comunicación se encuentran
presentes en diversos ámbitos de la vida. Ya ni siquiera es necesario ser un
“personaje público” para que, de la noche a la mañana, se esté en boca de todo
el mundo: sólo se necesita una conducta diferente
a lo “normal”.
Muchas veces se cae en el error de tildar las conductas de unos u
otros como anormales, simplemente por el hecho de ser diferentes o de no
encajar con el concepto que se tiene de la norma. Esto, aunado a la tendencia
creciente de la exposición en medios, que lleva a que incluso los aspectos más
íntimos de las personas se vean revelados al público, limita los espacios
personales, pudiendo incluso afectar seriamente a las personas.
Lo que las personas del común no suelen tener en cuenta es el hecho
de que cada persona tiene unas estrategias de afrontamiento de sus problemas
muy diferentes, y que eso no necesariamente hace “bueno” o “malo” un
comportamiento. Incluso, hay personas que a pesar de que todas las adversidades
les ocurren, y que aun cuando son ampliamente criticados, logran salir adelante
sin mayores contratiempos. ¿Qué hace la diferencia entre unos y otros
individuos, si supuestamente todos podemos ser medidos con el mismo rasero?
El estudio de estas diferencias empieza con lo que se ha denominado
como Capital Psíquico, un conjunto de
factores y procesos que blindan a la persona para minimizar impactos de las
adversidades, a partir de aprendizajes y fortalezas personales[1].
Una de las leyendas más conocidas es la de Oda
Nabunaga, a quien se le atribuye la unificación de Japón oriental. Él, junto a
un reducido número de combatientes, se enfrentó a un señor feudal que le
aventajaba militarmente. Al ver desmoralizados a sus soldados, fue a un templo sintoísta,
en donde se conceden “favores divinos” a quien reza y “saca cara”, al lanzar
una moneda al aire. Se dice que cuando salió del templo, y lanzó la moneda,
cayó cara: sus soldados combatieron con ferocidad y ganaron. Cuando uno de sus
allegados le mencionó que todo se lo debían a los dioses y al destino, Nobunaga
le mostró la moneda que había arrojado, una moneda de dos caras[2].
Es decir, afrontar las adversidades de buena manera no es un milagro, o
consecuencia de actos divinos, sino que es una habilidad que reside en las personas,
y que por lo tanto, se puede trabajar y potenciar.
En el estudio de dicho capital psíquico, los autores han identificado cinco factores principales: las capacidades
cognitivas para aprender y
usar lo aprendido (creatividad, curiosidad, motivación, sabiduría), las capacidades
emocionales para ejecutar proyectos (honestidad, autoestima,
persistencia, resiliencia), las habilidades cívicas y la influencia
ciudadana (liderazgo, lealtad, compromiso, prudencia), capacidades de vinculación
interpersonal (inteligencia emocional, amor, humor, empatía y
altruismo), y un sistema orientador de metas basado en valores (justicia, perdón, gratitud, espiritualidad).
Corrientes como la Psicología Positiva, se centran en la experiencia óptima,
es decir, en las personas siendo y dando lo mejor de sí mismas, sin negar negar
en absoluto el sufrimiento humano[3]. Propende, entre otras
cosas, por no tratar las conductas que supuestamente se
alejan de un término central como enfermedades, además de preocuparse por
entender en toda su extensión, los componentes biológicos, sociales y
culturales que acompañan dichos comportamientos[4]. Desde un principio, fue importante para los
investigadores entender cómo y por qué algunos niños que habían vivido
experiencias traumáticas, como
violencia, abandono, hambruna y demás, no desarrollan enfermedades mentales con
el paso de los años[5]. En los
estudios, se ha podido identificar que esta habilidad, denominada resiliencia, deriva de una serie de
interacciones de la persona con su entorno. Por ejemplo, características internas
del individuo, como su temperamento biológico y su inteligencia (entre más alto
sea el CI, mayor resiliencia6); él locus de control o
dominio (lo ideal es que sea interno, en donde se aceptan las consecuencias de
los propios actos, lo cual deriva en mayores niveles de autoeficacia7;
las características de la comunidad en donde vive,
especialmente su familia y las pautas de crianza; y desde luego, la experiencia
que tenga la persona enfrentando situaciones estresantes, y el número, duración
e intensidad de estas8.

Así, el término va más allá de la designación invulnerabilidad
al estrés, e implica también la habilidad de recuperarse de eventos negativos9. Por lo mismo, el concepto resulta
relevante para explicar los procesos de adaptación de las personas a entornos
cambiantes10, y como programa de intervención a partir del
entrenamiento en habilidades. En definitiva, ser resiliente es como tener la
moneda de dos caras de Nabunaga, en donde independientemente de las
dificultades, siempre se encuentra la forma de salir avante.
REFERENCIAS
Becoña, E. (2006). Resiliencia: definición,
características y utilidad del concepto. Revista
de psicopatología y psicología clínica, 11(3), 125-146.
Casullo, M. (s.f.). El capital psíquico: Aportes de la Psicología Positiva. Psicodebate, 6.
Psicología, Cultura y Sociedad.
Forés, A. y Grané, J. (2008). La resiliencia: crecer desde la adversidad.
Barcelona: Plataforma Editorial.
Garmezy, N. (1991).
Resilience in children's adaptation to negative life events and stressed
environments. Pediatric Annals, 20, 459-466.
Kumpfer, K., Szapocznik, J.,
Catalano, R., Clayton, R.R., Liddie, H.A., McMahon, R., Millman, J., Orrego,
M.E.V, Rinehart, N., Smith, I., Spoth, R. y Steele, M. (1998). Preventing substance abuse among
children and adolescents: Family-centered approaches. Rockville, MD: Department
of Health and Human Services, Center for Substance Abuse Prevention.
Park, N., Peterson,
C., & Sun, J. (2013). La Psicología Positiva:
Investigación y aplicaciones. Terapia
psicológica, 31(1), 11-19.